sábado, 3 de mayo de 2025

Bienestar y felicidad

 Al crecer sin la presencia de mi padre, de manera tal vez instintiva siempre tuve la tendencia a acercarme hacia quienes pudieran substituir un poco ese rol. Fui muy afortunado, encontré por el camino a algunas personas buenas, que, a sabiendas o no, fueron figuras paternas positivas. Un padrastro, un tío lejano, y algunos otros.

Siendo adolescente, escuché de alguno de ellos un razonamiento según el cual la vida es una sucesión de eventos, que pueden ser positivos (agradables) o negativos (desagradables). Enfocándolo desde un punto de vista muy simplista, la conclusión era que según qué tipos de eventos predominan, entonces seríamos felices o infelices. Aún a esa edad, algo no me convenció de este razonamiento, y me dije que la felicidad es mucho más que aritmética de los “momentos” y que estos tienen trascendencias diferentes. No sabía en ese momento que estaba pensando en lo que ahora se llama bienestar hedónico o “subjetivo-hedónico” y bienestar eudaimónico o “psicológico-eudaimónico”.

El bienestar hedónico se centra en la búsqueda de placer y la satisfacción de deseos. Debe su nombre al Hedonismo, escuela filosófica entre cuyos iniciadores estaba Aristipo de Cirene, que considera el placer como el fin y fundamento de la vida.

Se relaciona con la experiencia de placer, satisfacción y disfrute de sensaciones agradables. Incluye actividades como disfrutar de la comida, relajarse, pasar tiempo con amigos y experimentar emociones positivas. Se puede lograr a través de la búsqueda de experiencias gratificantes y la evitación del dolor y la incomodidad.

En cambio el bienestar eudaimónico se enfoca en la realización personal, el significado de la vida y la contribución a algo más trascendente que uno mismo. En griego significa “bien supremo”

Se refiere a la sensación de propósito, significado y conexión con algo más grande que uno mismo. Incluye actividades como el crecimiento personal, el desarrollo de habilidades, la contribución a la sociedad y la búsqueda de la virtud. Se centra en la realización de metas significativas y el logro de un sentido de plenitud en la vida. El bienestar eudaimónico puede proporcionar una satisfacción más profunda y duradera que el bienestar hedónico.

Evidentemente estos dos tipos de bienestar no son mutuamente excluyentes, de hecho ambos son necesarios para una vida plena y balanceada. Hay, de hecho, estrechas relaciones entre ellos: un logro que nos proporcione bienestar eudaimónico, también nos producirá bienestar hedónico, ya que un logro, por lo general se acompaña de sensaciones placenteras, que a su vez fungir como motivadores.     

Las experiencias de bienestar de tipo hedónico suelen producir una sensación de logro más inmediata e intensa, pero también de corta duración. Otra característica del bienestar hedónico es que suele saturar y dejar de ser satisfactorio al repetirse. Pensemos por ejemplo en el día que probamos por primera vez aquel platillo exquisito, pero imaginemos luego que nos lo sirvan… todos los días. ¿Cuánto tardará en ya no parecernos tan delicioso?

En estos días dos de mis nietos andan en Disneylandia de vacaciones con sus papás. Están disfrutando en grande. Siempre me he preguntado cómo ven Disneylandia los niños que la tienen a la vuelta de la esquina ¿Cada cuando irán?

Lo que verdaderamente nos dará la felicidad son los logros o momentos de bienestar de tipo eudaimónico, que, al ser más intensos, significativo y de largo plazo, no necesitan ser muchos.

Evidentemente en la vida diaria necesitamos de ambas cosas para encontrar un balance adecuado. Si nos la pasamos buscando satisfacciones inmediatas de tipo hedonista, lo más probable es que terminemos frente a una desalentadora sensación de vacío existencial, que nos llevará a la desesperanza o a los excesos. Por otra parte renunciar por completo a las satisfacciones sencillas y tangibles, en aras de perseguir siempre lo trascendente hará que nuestra vida sea árida y probablemente intolerable.

Hay recomendaciones muy sencillas para buscar este equilibrio: Apreciar las cosas pequeñas, mantener relaciones significativas, practicar la gratitud, dedicar tiempo al descanso y la meditación, son medidas sencillas que nos pueden ayudar a logarlo.

Existen incluso algunos test que nos pueden ayudar a conocernos mejor en este aspecto. Les comparto un par de ejemplos:

Cuestionario de Bienestar Psicológico (PWB):

Evalúa seis dimensiones del bienestar: autoaceptación, autonomía, crecimiento personal, propósito en la vida, relaciones positivas con otros y dominio del entorno. 

Cuestionario de Bienestar Eudaimónico (QEWB):

Examina aspectos como el autodescubrimiento, la percepción del desarrollo de las potencialidades, la sensación de propósito y significado en la vida, la participación intensa en actividades, la inversión de un esfuerzo significativo y el disfrute de las experiencias.

No olviden que, como en todo, aquí la virtud está en el justo medio….

 


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