Hace poco fue el día de San José,
y unas cuantas personas me felicitaron por mi onomástico. La mayoría de mis
amigos suele referirse a mí como “Fabricio”, sin recordar que en realidad me
llamo “José Fabricio”, por cierto esto debido a que el padre que me bautizó no
aceptase ponerme un nombre “pagano”, y lo aderezó con el “Santo del día”… era precisamente
un 19 de marzo.
Desde hace tiempo sé que el día
de San José se celebra a los carpinteros, debido al oficio que se le atribuye
al padre putativo de Jesús, y en algunos países de Europa en esa misma fecha se
conmemora además el día del padre, al considerarle el prototipo de ello. Aunque
no se hacen grandes festejos en honor de quienes trabajan la madera, como
quiera las cadenas ferreteras aprovechan para poner en oferta serruchos y
gubias, por aquello de que alguien quiera hacer algún regalito… Supongo que en
los países europeos anuncian rebajas en cinturones y billeteras.
Como novedad, este 19 de marzo
que acaba de pasar me sorprendió ver que en las redes sociales te preguntaban
si habías sido felicitado por el “día del hombre”. Me puse a investigar y
averigüé que, efectivamente, desde 1992 el 19 de marzo es el “día internacional
del hombre”… supongo que, una vez puestos a asignar prototipos, pues premiemos
al buen San José con uno más… Parece mera coincidencia que sea tan cercano al mucho
más famoso 8 de marzo, día internacional de la mujer. De hecho la fecha parece
estar relacionada con las manifestaciones de las mujeres rusas en 1917,
pidiendo el fin de la guerra y mejores condiciones laborales y de vida.
Es del conocimiento general, como
en los últimos años han proliferado los “días de”. Así a bote pronto recuerdo
el del compadre, de los abuelos, del burócrata, del médico, de la enfermera, y
una larguísima lista de etcéteras…
recuerdo con precisión el día del cartero y del empleado postal, que es
el 12 de noviembre. Lo tengo muy presente porque unos días antes suele aparecer
en nuestro buzón un sobre impreso para la ocasión y para que deposites tu
donativo. El resto del año, me pregunto dónde carajos está el famoso cartero.
Hace tres años, me lo pregunté insistentemente,
cuando reclamé a una editorial española por un libro que encargué y no
llegó. Yo supuse que lo iban a mandar por paquetería, pero los ilustres
peninsulares, me informaron, llenos de optimismo que lo habían mandado por vía
postal. Me dieron detalles de fechas, guías y número de oficina al que
supuestamente había llegado. Mi visita a la oficina de correos fue más bien
surrealista, saltando sobre montones de paquetes tirados por el suelo hasta
llegar al mostrador, donde fui notificado, que “un día de estos llegaría”. Aún
lo espero…
Volviendo a los días, algunos
tienen diferentes fechas, debido a peculiaridades nacionales o religiosas. Por
ejemplo algunos consideran que el día de los abuelos es el 26 de julio, por ser
día de San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús. En otras partes se celebra el
28 de agosto, y además el 1 de octubre es el día internacional del adulto
mayor, que muchos llaman impropiamente “día del abuelo”. Olvidan que no todos
los ancianos son abuelos, ni todos los abuelos son ancianos. La verdad, por mí
no hay problema, si acaso desean festejarme tres veces al año, adelante…
Ya entusiasmado con el tema del
“día de…” le di otra peinada al internet y me encontré cosas de lo más
extrañas: Existe un “día del retrete”. En 2013, la Asamblea General de las
Naciones Unidas designó el día 19 de noviembre como el “Día Internacional del
Inodoro” al considerar el saneamiento como una prioridad de desarrollo mundial
y también crear conciencia sobre el acceso al agua potable. Así que el próximo
19 de noviembre, entre usted al baño, aclare su garganta y cántele “las
mañanitas” a su inodoro. Si cabe en el baño con todo y guitarra, pues adelante.
Luego está la larga retahíla ya
conocida, como el día de San Valentín, que originalmente era de los novios,
pero se convirtió al amor y amistad, pues así se venden más flores y
chocolates. Está el día del niño, al que se le agregó el del estudiante, para
poderlos seguir festejando cuando ya son púberes. El día del maestro, del
ingeniero, del contador… Creo que prácticamente no hay día del año que no sea
conmemoración del algo o alguien.
El común denominador en la
mayoría de los casos es el consumismo. En los más conocidos, desde días,
semanas o hasta meses antes nos bombardean de publicidad para que compremos
regalos alusivos, llevándonos a graves crisis de sentimientos de culpa si no lo
hacemos.
Creo que el ejemplo más típico es
el día de las madres. El actual se lo debemos a la periodista estadounidense
Anna Jarvis, quien lo promovió y logró que en 1914 el congreso norteamericano
lo oficializara. Rafael Alducín, director del periódico Excélsior, promovió la
celebración del Día de las Madres en México, ocho años más tarde, en 1922. José Vasconcelos, entonces Secretario de
Educación Pública, apoyó la iniciativa.
Por cierto la buena señorita
Jarvis, confesó muchos años después, ya cerca del final de su vida, que en
cierta forma estaba arrepentida de su creación, viendo el cariz comercial que
había tomado.
En resumen, si no le compraste
flores o un anillo a tu amada para el 14 de febrero, no te apures, ámala y
guárdale fidelidad todos los días; si no llevaste a comer a tu mami el 10 de
mayo, mejor llámale a diario y pregúntale por su salud. Si no festejaste el día
del compadre, no le hace, hazle saber que siempre estás ahí para él.
Y por último: Si no me
felicitaste el día de San José, no te preocupes: yo mismo lo había olvidado.